Búsqueda (libre)

Se dice que en alntiguo Egipto se guardan grandes secretos de la magia, mejor aún poderes inimaginables. Es una civilización que ah estado sobre las faz de la tierra durante millones de años y que reserva entre sus murañas algo inimaginable, no por nada sus pirámides se encuentran hechizadas por decirlo de una forma bastante vulgar.
Por ello es que me dirigi hasta cierto punto de aquel enigmatico lugar, las pirámides relucían con todo su esplendor bajo la luz de la luna llena, era misticamente maravilloso, tanto tiempo entre las penumbras me había hecho olvidar cosas tan insignificantes que de humano apresiaba bastante, pero ahora necesitaba enfocarme en lo que más quería y anhelaba, el maldito poder. Ese nefasto y tonto Jack no me había otorgado la inmortalidad así que yo mismo la buscaría.
Algo dentro de mí me anunciaba que esa noche encontraría algo más que un panorama hermoso...

Poco a poco el aroma, el perfume de una mujer me rodeaba como si fuese la sangre de algun idiota que me ambriague por la noche. Me giro lentamente al escuchar sus tenues pasos detrás de mi. Admiro su delicada figura, su inusual silueta, es una diosa... ¡Maldigo a Jack por poseerla!

La dulce doncella esta a punto de caer y le sujeto con un brazo, el roce de su piel a la mía me hace sentir un delirio, algo que los más bajos instintos me llegan enloquecer. Clavo mis ojos cafes en los suyos, de un color azul grisaceo, sonrio de medio lado.

- ¡Mon Chérie! Tened más cuidado con los pasos que dáis, podréis lastimaros y no queréis eso.. - Comente aterciopeladamente mientras aspiraba el perfume de su cabellera negra, sumergido en lo lunatico de sus ojos me indigestione con bajas pasiones que surgian de mi para con ella.

Sentio como aquel sujeto le tomaba del brazo para que no se resvalase y caer por los suelos. Levanto la mirada a quien le dirigía una spalabras bastante decentes para ser cualquiera persona, se pierde un instante en las facciones de aquel conocido rostro, era aquel hombre cuyo deseo por el poder lo había corrompido tanto o más que a su amado Jack, el aprendíz de este y un demonio de cual habría que cuidarse.

- ¡Mephisto! - Exclama la pobre humana con el ceño fruncido, estaba teniendo en sus más alocados pensamientos un poco de morbo curioso pues no sabía que era lo que hacía ese demonio en una antigua cilización como aquella, se muerde el labio inferior.

- Lamento ser todo un devarajuste ante la presencia de alguien como tú, ahora ¿Podrías soltarme por favor? - Arquea una ceja, y su comentario es aspero, no es una novedad, dado que se comporta de esta manera con quien ella desea hacerlo, aunque es evidente que la altanería frente a alguien que puede lastimarle no es la mejor arma que puede utilizar, sin embargo, no tiene miedo de nada y eso lo deja perfectamente bien en claro.